Francisco de Quevedo nació en Madrid en el mes de septiembre de 1580. Su padre, hombre culto e inteligente, secretario de la princesa María de Asturias, fallecería al poco tiempo. Físicamente sufría una leve cojera por deformación de los pies y su exagerada miopía lo obligaba a llevar anteojos. Estudia, con la alta sociedad de su tiempo, en el colegio Imperial de los jesuitas. Posteriormente ingresa a la universidad de Alcalá de Henares, donde conoce al duque de Osuna. En esta época se imprime su primer soneto y aparecen sus primeras obras en prosa. Destaca por su viva inteligencia, aprendiendo diversas lenguas: griego, latín, árabe, hebreo, francés e italiano. Se le considera en su tiempo como el español que más idiomas extranjeros hablara. En 1623 se desplaza a Andalucía en calidad de cronista en la expedición de defensa contra los ingleses. Quevedo ha sido uno de los grandes genios de la literatura en habla castellana, Borges lo campara con Mallarmé y Joyce. Su capacidad para valerse del lenguaje es difícilmente superable. Pero lo que es realmente interesante en Quevedo es su lenguaje casi moderno, utilizando vocablos, a diferencia de Cervantes, que no se han quedado obsoletos, que se continúan utilizando con toda su fuerza expresiva.Su lectura, por tanto, se hace fácil, y su estilo sorprendente por lo actual.
Antonio Gaudí (1852-1926) Arquitecto español. Nacido en el seno de una familia de caldereros, Gaudí se trasladó a Barcelona para estudiar arquitectura, disciplina en la que se graduó en 1878. Inicialmente colaboró en algunos despachos de los arquitectos de la época, antes de abordar en solitario el proyecto de la Cooperativa Mataronense, un ambicioso complejo del que sólo se llevaron a cabo fábrica y un quiosco de servicios. En 1883 Gaudí fue nombrado arquitecto del templo expiatorio de la Sagrada Familia, la obra que ocupó toda su vida y que se considera su principal realización artística, a pesar de que quedó inconclusa y sin un proyecto bien definido. En los primeros años, se ocupó de la construcción de la cripta ( 1883-1891). En 1891 abordó la fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia, de cuyas cuatro torres sólo se había construido una a la muerte del arquitecto, la que dio la pauta para el bosque de torres en que debía convertirse el templo. Hoy en día la obra más famosa del arquitecto español sigue inacabada. Otras obras muy conocidas de Antonio Gaudí son: La Pedrera, La Casa Batlló y Parque Güell. En el año 1926, cuando murió atropellado por un tranvía, Gaudí era un arquitecto reconocido por su talento dentro y fuera de las fronteras españolas, pero su singular genio innovador y creativo no fue aceptado universalmente hasta bastantes décadas más tarde. En la actualidad, su figura es internacionalmente reconocida y su obra se cueta entre las más admiradas de la arquitectura de todos los tiempos.
Salvador Dalí ( 1904-1989) Tras estudiar dibujo en su ciudad natal, Figueras, en 1921 Salvador Dalí se trasladó a Madrid para matricularse en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. En la residencia de estudiantes trabó amistad con García Lorca y otros artistas y escritores que no tardaron en incorporarse a movimientos de vanguardia. En esta primera época creativa Salvador Dalí siguió tendencias cubistas, metafísicas y realistas que se tradujeron en diversos retratos familiares y en obras como la famosa Cesta de pan. En 1929 se estableció en París, donde, con la ayuda de Miró, entró en contacto con el grupo surrealista, al que se incorporó. Gracias a su facilidad para autopromocionarse y a su conducta excéntrica, llegó a convertirse en el más famoso de los surrealistas. En 1937 Dalí realizó un viaje a Italia que le puso en contacto con los clásicos, lo cual se tradujo en la adopción de la temática religiosa y en la representación de la figura humana. De 1940-1955 residió en Estados Unidos, donde alcanzó un fama considerable. Sus obras más famosas son: Cesta de pan (1926, Florida), El Gran masturbador ( 1929, colección particular), Senicitas ( 1928, Centro de Arte Reina Sofía, Madrid) y Metamorfosis de Narciso ( 1937, Tate Gallery Londres) Hasta final de sus días Dalí mostró siempre predilección por determinados temas, como los relojes blandos, los cajones abiertos, los insectos o los espejos. Además de la pintura, se dedicó a la ilustración de libros, el diseñó de joyas, el teatro y el cine.
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