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Brave historia de Checoslovaquia

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Los checos y los eslovacos pertenecen a la rama occidental de los eslavos. Una parte de las tribus eslavas, provenientes de la antiquísma región de los eslavos entre el Dniéster y el Vístula, se desplazaron hacia el centro de Evropa ya en la época anterior a la »migración de los pueblos«.
A principios del siglo VII las trubus eslavas residentes en esta parte de Europa se agruparon, creando una especie de federación bajo el mando de un mercader franco llamado Sámo para protegerse mejor contra las incursiones de los ávaros.
Dos siglos más tarde ya las crónicas y numerosos documentos arqueológicos nos hablan de la existencia de un poderoso imperio eslavo »la Gran Moravia«. En aquella época llegaron a la Gran Moravia los hermanos Cirilo y Metodio, encabezando una misión invitada por el Príncipe Rostislav para difundir el cristianismo entre los eslavos en lengua eslava. El imperio de la Gran Moravia alcanzó su máxima grandeza con el Príncipe Svatopluk, quien reunió bajo su gobierno a Moravia, Bohemia y Eslovaquia. Después de su muerte el imperio sucumbió a los ataques de los magiares. La caída de la Gran Moravia trajo como consecuencia la separación de las tribus eslovacas del resto de las tribus eslavas occidentales y más tarde su incorporación al Estado húngaro.
El centro político de los eslavos occidentales se translada a Bohemia, donde la tribu de los checos, residente en el centro de Bohemia, extiende rápidamente su dominio, dando también el nombre al nuevo Estado checo. Las antiquas leyendas nos hablan del mítico Pøemysl el Arador y su esposa la Princesa Libusa.Pøemysl es fundador de la dinastía de duques y más tarde reyes de Bohemia.
Uno de los miembros de la estripe de los Premislitas, Venceslao, ferviente difusor del cristianismo, introdujo en el nuevo Estado el cristianismo procedente de Roma y según el rito latino. Esta orientación litúrgica, cultural y política trajo como consecuencia el influjo de la cultura occidental, especialmente alemana, y repetidos intentos por parte del Sacro Imperio Romano Germánico de transformar al Estado checo en una marca del Imperio. Los sucesores de Venceslao tuvieron que defender repetidas veces la independencia de su Estado nacional. El resultado de estos conflictos fue que el emperador germánico Federico II confirmó en 1212 por la Bula de Oro Siciliana solemnemente el cáracter de Bohemia como reino autónomo y el derecho de sus reyes a la dignidad de Príncipes Electores sel Sacro Imperio.
En este período el Estado checo alanzó se mayor poderío bajo el gobierno de Pøemysl Otakar II, quien al poder de sus armas unía grandes riquezas procedentes de la explotación de las ricas minas de plata de Bohemia. De aquella época proceden numerosos castillos de la nobleza checa, conservados hasta nuestros días.
El último rey de la estripe de los Premislitas, Venceslao III, fue asesinado en Olomouc en 1306. Luego de un interregno de varios aòos resultó elegido rey de Bohemia Juan de Luxemburgo, hijo del emperador alemán. El nuevo rey, comprometido siempre en arriesgadas empresas de guerra, dejó el gobierno del país en manos de la alta nobleza.
Después de la muerte de Juan de Luxemburgo subió al trono su hijo Carlos I. Durante se gobierno Bohemia conoció el període más brillante de su historia. Carlos Primero fue elegido Emperador del Imperio Romano Germánico adoptando el nombre de Carlos IV. La capital de Bohemia, Praga, se convirtió en la capital del Imperio. El emperador Carlos, además de extender los confines del Estado checo, favoreció tambien la cultura y la economía del país. Praga fue hermoseada por numeros monumentos arquitectónicos (el Puente de Carlos, la Catedral de San Vito), y además, con la fundación de la primera universidad en la Europa Central se convirtió en un importante centro cultural.
Sin embargo, el afán de riqueza de los nobles y de la iglesia empeoró la explatación y la misteria de los súbditos (siervos de la gleba). Especialmente el comportamiento de los dignatarios eclesiásticos, que poseían la tercera parte de toda la tierra de Bohemia, provocó una amplia oposición dirigida contra la Iglesia. Un maestro de la Universidad praguense, Juan Hus, empozó a criticar duramente en sus prédicas la sed de riquezas de los prelados y del alto clero, a la descomposición moral de los sacerdotes. Sus doctrinas de reforma de la Iglesia y su apelación al nacionalismo checo movilizaron a las grandes masas del pueblo, la burguesía y la pequeña nobleza. Cuando Juan Hus se dirigió abiertamente contra la venta de las indulgencias, fue excomulgado por el Papa y más tarde citado al Concilio de Constanza para justificarse. El consilio pidió a Hus que se retractara de sus doctrinas y, al rehusarlo éste, lo llevaron, como hereje, a la hoguera en presencia y con aprobación del emperador Segismundo, quien, meses antes, le extendiera un salvoconducto asegurando su vida.
La noticia del martirio de Juan Hus provocó una inmensa indignación en los países checos. Bajo el símbolo del cáliz el pueblo empezó a prepararse para la lucha armada en defensa de las ideas humanistas de Hus. Se inició la época más heroica de la historia del pueblo checo. En las guerras husitas bajo el mando del legendario jefe militar husita Juan Žižka, los ejércitos de los taboritas y calixtinos aplicaron una serie de derrotas a las cruzadas organizadas por el Papa y el Emperador. Sólo la derrota de los husitas en la batalla de Lipany, provocada por las discordias entre los seguidores de Hus, hizo posible el regreso al trono checo de Segismundo. La pacificasión de los países de Bohemia y Moravia se verificó en virtud de un compromiso propuesto por el Concilio de Basilea.
El movimiento husita despertó en el pueblo la noción de su poder, hizo accesible la cultura y la instrucción a las más amplias masas de la población y se convirtió en fuente inspiradora de los movimientos revolucionarios posteriores.
En 1526 el trono checo cae en manos de la Casa de Habsburgo. Los Habsburgo prosiguen sus esfuerzos encaminados a debilitar la independencia de Bohemia y Moravia. Los conflictos entre el pueblo checo y sus representantes, por una parte, y los gobernantes extranjeros por otra, culminan en 1620 cuando los Habsburgo y la Iglesia cátolica triunfan en la Batalla de la Montaòa Blanca.
Empiezan los tres siglos de dominación extranjera en nuestro país, de recatolización y germanización violenta de nuestro pueblo. En el Período de las Tinieblas, cuando gobiernó la Contrarreforma en nuestro país, la literatura checa fue condenada al silencio y el idioma checo fue relegado de las ciudades al campo. Sólo al principio del siglo XIX empiezan a surgir los representantes de nuestro renacimiento nacional – Dobrovský, Èelakovský, Jungmann, Šafaøík, Palacký y otros, quienes por sus obras literarias y científicas vuelven a situar el idioma checo entre las lenguas cultas. La gran obra de nuestros escritores nacionales, nuestros músicos y artistas, despiertan el patriotismo del pueblo, evocando la gloriosa historia de nuestro país.
Las luchas y los sacrificios de los mejores hijos de nuestros pueblos triunfan en 1918 noc la conquista de la independencia y la creación del Estado común de los checos y los eslovacos.

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